viernes, 23 de octubre de 2015

CUENTO PARA REPRESENTAR EN HALLOWEEN

RAFAEL Y EL CEMENTERIO MÁGICO


                Había una vez un pueblo llamado Verdecillo, porque casi todas las casas eran de color verde, en una de ellas vivía Rafael, un niño canijo y de débil aspecto. A Rafael le mandaron un trabajo para Halloween, consistía en ir al cementerio y escribir todo lo que viera. El cementerio estaba en una zona alejada y oscura del pueblo, todo el mundo tenía miedo de ir porque era muy grande y oscuro, lleno de telarañas y con las paredes llenas de moho. Tenía dos grandes portalones chirriantes. Aquel lugar estaba lleno de tumbas con cruces, pero lo que no sabía nadie es que a las 12 de la noche, por arte de magia, aparecía un pueblo, pero no un pueblo cualquiera, porque sus habitantes eran zombis de color verde, fantasmas graciosos, calaveras juguetonas, y vamoiros que chupaban el color rojo de objetos y comidas, en vez de sangre. Rafael, un día, decidió ir para hacer su trabajo.


                Rafael se escapó de casa a las 23:45, ni un minuto más, ni un minutos menos, así que cogió una mochila y metió su estuche y su libreta, y una pelota por si acaso se aburría. Cogió su bicicleta y se fue al cementerio. Cuando llegó no había nadie y no podía entrar porque la puerta estaba cerrada, esperó, esperó y esperó, y después de unos minutos, a las 12 en punto, el suelo empezó a temblar, y... por arte de magia, empezaron a salir: tiendas, bancos, farolas... ¡¡UN PUEBLO ENTERO!!

- Pero... ¿Qué es esto?!- Dijo Rafael.

          Estaba asombrado, inmóvil, no sabía que hacer, si huir o quedarse a ver lo que pasaba. Se quedó pasmado, y un vampiro llamado Azteca, lo empujó a entrar. Rafael, entró, y observó como una pareja de vampiros iban a comprar tomates, también, como unos vecinos fantasmas criticaban a sus vecinos zombis y como dos calaveras corrían y se les caían los huesos.

              Se sentó en un banco hecho de huesos de calaveras, y al momento, se le acercó una fantasma llamada Luna.

            - ¡¡¡AAAAHH, ME QUIERE COMER!!!- Gritó Rafael.

- ¡Niño, no grites que me asustas!- Dijo Luna- No pienses que te voy a comer, somos vegetarianos y nos encanta jugar.


           Rafael se tranquilizó sabiendo que eran vegetarianos, Luna le explicó que era un pueblo mágico y que a las 12 de la noche, aparecía, y a las 6 de la madrugada desaparecía. Rafael siguió a Luna hasta su casa, entraron, era muy espaciosa, pero con muy poco gusto, tenía un sillón, una cama, un cuarto de baño y dos armarios, no tenía ventanas y solo tenía una planta. Luna estaba triste y le explicó a Rafael:

    • Desde pequeña, no tengo amigos, me ignoran, por culpa de una calavera llamada Llavero, que le contó a todo el pueblo que yo le insultaba y pegaba a él de pequeño, pero eso es mentira. ¿Quieres ser mi primer amigo?
              Rafael se lo pensó muy bien, y dijo que sí.

             Salieron de la tumba, y Luna le enseñó su pueblo, la gente la ignoraba y le hacían burlas, le decían tonta, sucia y maleducada. Luna se puso a llorar, Rafael intentaba consolarla pero no había resultado. Rafael observó a Llavero que se reía y burlaba de ella, entonces se le ocurrió una gran idea: “sacar su pelota y darle patadas. La fantasmita se secó las lágrimas y se puso a jugar con él. Todo el mundo estaba con la boca abierta, una zombi, se puso a decir si podía aprender a jugar a ese juego, luego otro, y otro, hasta que todos los habitantes del cementerio querían jugar.


               - Enseñaré a todo el mundo que quiera, pero con dos condiciones: ser todos amigos de Luna, y que Llavero diga la verdad –Dijo Rafael.

               - Yo mentí sobre lo de Luna, perdonadme, lo dije por envidia, por favor perdóname Luna - Dijo Llavero.

                 Todos los habitantes aprendieron a jugar al fútbol, e hicieron un partido y ganó el equipo de Luna, por un gol que marcó ella con ayuda de Llavero.

Rafael, mientras tanto, escribió todas las cosas en su cuaderno. Como todos fueron amables con él, les regaló la pelota al pueblo del cementerio. Fueron amigos para siempre y Rafael se despidió de todos, sobre todo de Luna, y se fue. Cuando llegó a su casa Rafael pensó que todos los habitantes del cementerio serían sus amigos y que iría a visitarlos dos veces en semana. Al día siguiente Rafael le entregó el trabajo a su maestra, llamada Verónica, y él estaba feliz porque había descubierto algo nadie sabía que existía.

AUTORA: María Muñoz López  6º B



1 comentario:

  1. María se inventó un cuento muy chulo. Merece que nuestro teatro sea sobre su cuento. Quedará muy bien.
    MARTA MARTÍN FERNÁNDEZ 6ºB

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